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RECORDANDO A JORGE


RECORDANDO A JORGE

Es un dato conocido que la primera vez que un equipo nacional de Costa Rica participó en una Olimpiada Mundial de Ajedrez fue en 1968, en la XVIIII, en Lugano (Suiza). Me tocó jugar en el primer tablero; Jorge, mi tocayo, lo hizo en el segundo.

Por: Jorge Rovira Mas


Delegación costarricense en la VI Serie Centroamericana y del Caribe, celebrada en El Salvador en 1968.  De izquierda a derecha: Carlos Villalobos Ramos , Niro Robles Blanco, Jorge Van der Laat Ulloa, Jorge Rovira Mas, Hernán Sobrado Acevedo y Fernando Sáenz Forero.  (Cortesía de Fernando Sáenz Forero).

Habían pasado casi 30 años, desde aquella de Buenos Aires 1939, cuando fue la primera ocasión que formalmente se nos convocó y hubiera podido participar Costa Rica. Se ofreció el pasaje en barco desde Panamá a Buenos Aires y estadía en la capital argentina.  Mas no fue posible. Solo Joaquín Gutiérrez, en principio de paso hacia el Paris de la pre II Guerra Mundial, se decidió a zarpar.

En 1966, como directivo de la Asociación Costarricense de Ajedrez, tomé la iniciativa y tramité nuestro reingreso a la FIDE tras décadas de ausencia. Nos aceptaron como miembro pleno, en el segundo semestre de 1966, pero ya a destiempo para conseguir los recursos y viajar a la Olimpiada Mundial de La Habana 1966, la segunda, ésta muy cerquita de CR, en América Latina.

Corría entonces el año de 1968. La fecha de octubre, de su inicio, no estaba lejana. No había ni un colón disponible para asistir.

Para uno de los feriados del mes de julio o agosto, tres viejos amigos, Fernando Sáenz, Jorge Van der Laat y yo, decidimos vacacionar el día en el balneario popular de Ojo de Agua.

(En julio el volcán Arenal había vuelto por las suyas: hacía estragos en esa zona de Alajuela, las fotos atemorizantes y espectaculares de su furia se repetían en los diarios del país).

Fue allí, en Ojo de Agua, aquel día, de donde salió la idea de ir a Lugano. Fue de Jorge Van der Laat Ulloa. Fernando, recién graduado de odontólogo, desistió a la primera: su prioridad era iniciar su ejercicio profesional, no jugar ajedrez. Yo, en cambio, escéptico pero con alguna ilusión, secundé a Jorge. Había, empero, una dificultad: la fecha para inscribirse en la Olimpiada y hacer los pagos correspondientes, se había vencido.

Con su característica imaginación provocadora y transgresora, y su risa retadora y medio burlona, fue Jorge quien concibió el golpe táctico que desarmaría de argumentos cualquier respuesta de la FIDE y de los puntuales suizos.

Concibió la siguiente propuesta: solicitaríamos nuestra inscripción a destiempo y la justificaríamos indicando los contratiempos que vivía Costa Rica en virtud de las erupciones del volcán Arenal. A la solicitud se le adjuntaron varias primeras planas de los diarios nacionales.

La respuesta favorable no se hizo esperar, y Jorge y yo tuvimos entonces que emprender una segunda tarea impensada en principio: cómo armar un equipo (solo él y yo teníamos derecho ganado en el Campeonato Nacional de 1968), que consiguiera autofinanciarse y concurrir. Ellos fueron: Roberto Wyss, tercer tablero; José Joaquín Rojas, cuarto tablero; Óscar Quesada, primer suplente; y Carlos Batres, segundo suplente.

Lo logramos. Costa Rica por primera vez consiguió asistir a una Olimpiada Mundial de Ajedrez: Lugano 1968. 

En gran medida se lo debemos a él.


Logo oficial Olimpíada de Lugano, 1968. Fuente: OlimpBase.org